Eridu, la primera ciudad


Cerca de la actual ciudad de Basora en Irak, y a unos 24 kilómetros al suroeste del emplazamiento de la antigua Ur, se encuentra el yacimiento de Eridu (Eridug en sumerio, «lugar poderoso»), la más meridional de todas las grandes ciudades mesopotámicas y, según la mitología sumeria, la más antigua de todas.

Situación de Eridu. Imagen: Crates en Wikimedia Commons

Las excavaciones en Tell Abu Shahrain, nombre con el que es conocido el montículo de Eridu en la actualidad, han descubierto una ocupación humana desde el 5400 AEC de forma continua, corroborando que efectivamente Eridu fue uno de los primeros asentamientos neolíticos del sudeste mesopotámico.

Eridu representa un hito fundacional de la civilización, al ser identificada por la tradición mitológica como el lugar donde los dioses otorgaron a los hombres los conocimientos para la civilización.

Su redescubrimiento

Tell Abu Shahrain fue excavado por primera vez en 1854 por John George Taylor, el vicecónsul británico en Basora. Ya en esa primera exploración, Taylor encontró ladrillos con inscripciones que le permitieron identificar el lugar como la antigua ciudad de Eridu.

Ruinas del zigurat de Eridu. Foto David Stanley en Wikimedia Commons – Flickr

El arqueólogo británico Reginald Campbell Thompson excavó allí al final de la Primera Guerra Mundial en 1918 y H.R. Hall siguió la investigación de Campbell Thompson en 1919. Las excavaciones más extensas se completaron en dos temporadas, entre 1946 y 1948, por el arqueólogo iraquí Fouad Safar y su colega británico Seton Lloyd. Desde entonces se han realizado allí varias excavaciones y pruebas menores.

En 2019, las excavaciones en Eridu fueron reanudadas por un esfuerzo conjunto italiano, francés e iraquí en el que participaron la Universidad de Roma La Sapienza y la Universidad de Estrasburgo.

Ubicación y distribución de Eridu

Eridu se estableció originalmente muy cerca de la desembocadura del Éufrates, en una cuenca de 24 kilómetros de largo por 6 metros de profundidad, bordeada por afloramientos rocosos y sobre una colina natural formada por dunas de arena donde no había asentamientos previos. Con el paso de los milenios el cauce del río Eufrates vio alterado su recorrido y en la actualidad Eridu se encuentra a 145 kilómetros tierra adentro.

Ruinas del montículo de Eridu en la actualidad. Foto coddie en depositphotos.com

Los restos de Eridu son un inmenso montículo formado por las ruinas de miles de años de ocupación. El montículo es un gran óvalo que mide 580 x 540 metros de diámetro y se eleva a una altura de 7 m. La mayor parte de su altura está formada por las ruinas de la ciudad del período Ubaid (6500-3800 AEC), que incluyen casas, templos y cementerios construidos uno encima del otro durante casi 3000 años.

Los restos del recinto sagrado sumerio consisten en una torre en zigurat con su templo y un complejo de otras estructuras en una plataforma cuadrada de 300 m. Este complejo de edificios fue construido durante la Tercera Dinastía de Ur (~2112-2004 AEC).

El templo de Enki en Eridu: una reconstrucción hipotética (Rice 1984). Imagen

El templo estaba formado por una plataforma elevada de grandes dimensiones, que en su interior contenía los restos de edificios anteriores. El santuario, de dimensiones considerables (20 x 12 metros), tenía planta rectangular, una cámara central alargada a la que iban a dar salas de servicio y una escalera de acceso en su lateral. Se hallaron detalles de conchas y corales que adornaban la cámara central.

El primer templo de Eridu, nivel XVI (Safar et al. 1981). Imagen

Toda la ciudad de Eridu se articulaba en torno al templo de Enki. La evidencia arqueológica muestra que en el IV milenio AEC Eridu cubría un área de 40 hectáreas, con una sección residencial de 20 ha y una acrópolis de 12 ha.

La plataforma elevada, sobre la que se levantaban la ciudad y su templo, estaba revestida por un enorme muro de contención de arenisca procedente de canteras vecinas. El uso de piedra como material de construcción hizo que Eridu se distinguiera de todas las demás ciudades de Sumeria.

La vida en Eridu

La principal base económica del primer asentamiento en Eridu fue la pesca. En el lugar se han encontrado redes de pesca, pesas y fardos enteros de pescado seco. También se conocen en Eridu modelos de barcos de caña, la evidencia física más antigua que tenemos de barcos construidos en cualquier lugar.

Excavaciones recientes también han encontrado evidencia de varios trabajos de cerámica del período Ubaid, con enormes restos de tiestos y desechos de hornos.

Motivos pintados de Ubaid (V milenio a. C.), cerámica del Montículo 1 en Eridu (Foto de M. Ramazzotti). Imagen

Referencia en la mitología sumeria/babilónica

Según la Lista Real Sumeria, Eridu era la primera de las cinco ciudades construidas antes del Diluvio – junto con Bad-tibira, Larak, Sippar y Shuruppak – por lo que ostentaba el título de «la primera ciudad»:

Después de que la realeza descendiera del cielo, la realeza estuvo en Eridug. En Eridug, Alulim se hizo rey y gobernó 28.800 años. Alaljar gobernó durante 36.000 años. Dos reyes gobernaron durante 64.800 años. Entonces Eridu cayó y el reinado fue dado a Bad-tibira.

La Lista Real Sumeria es un listado de reyes de Mesopotamia que se ha encontrado en varios artefactos arqueológicos y documentales, con ligeras variaciones. Comienza con los míticos gobernantes anteriores al diluvio, de reinados increíblemente largos, y llega hasta la dinastía de Isín, hacia 1730 AEC.

Ver publicación: Lista Real Sumeria

Las epopeyas babilónicas, heredera de la mitología sumeria, también la dan lógicamente como la primera ciudad del mundo:

No había crecido una caña, no había sido creado un árbol
no había sido hecha una casa, no había sido hecha una ciudad
y las tierras eran mar, cuando Eridu fue creada.

Mesopotamia y el Antiguo Oriente Medio (1992) Roaf, Michael.

Ciudades de la antigua Mesopotamia. Imagen

Para la mitología sumeria, Eridú, además de ser la cuna de la civilización, era la morada original de Enki, dios del agua, la vida y el conocimiento. Por ello es que fue en Eridú donde se estableció el principal centro de culto a Enki, con su templo llamado E-abzu o «Casa del Acuífero».

No es casual el vínculo entre Enki y Eridu ya que el primero era la deidad del agua dulce, mientras que la propia Eridu se encontraba sobre los pantanos meridionales del Éufrates.

Impresión del Sello Adda (c. 2300 AEC), Imagen: Museo Británico. Enki, 2do desde la derecha, con su símbolo característico de las corrientes de agua.

Un himno sumerio declara que «… los siete Apkallu vinieron de Eridú, la ciudad de Ea/Enki, cuyos dominios son el abismo de agua dulce.»

Los Apkallu son «Siete Sabios», seres mitológicos con poderes sobrenaturales que según la tradición sumeria habrían sido creados por el dios Enki para civilizar a la humanidad mediante la enseñanza de los Me (conjunto de conocimientos, técnicas y códigos), la artesanía y las secretas artes de la magia.

Ver publicación: Oannes, Apkallu y otros relatos

Los Apkallu provenían del Apsu/Abzu, el cauce de agua dulce que en algunos textos se usa como metáfora para Eridú, como en el poema de Inanna y el Dios de la Sabiduría (Enki):

“Yo, la Reina del Cielo, he de visitar al Dios de la Sabiduría.
He de ir al Abzu, al lugar sagrado en Eridu.
He de honrar a Enki, el Dios de la Sabiduría, en Eridu.
He de pronunciar una plegaria en las profundas aguas dulces.”

Ver publicación: Panteón de dioses sumerios
Relieve del dios Enki. Foto Bautsch en Wikimedia Commons

El mito mesopotámico «Adapa y el Viento del Sur» (atestiguada en las tablillas de Tell el-Amarna del s. XIV AEC y en las de la biblioteca de Assurbanipal del s. VII AEC) relata que Adapa, el primero de estos Siete Sabios «Apkallu», también conocido como Uan (llamado Oannes por Beroso), fue ordenado como sacerdote del templo del Apsu en Eridu.

Adapa, con posterioridad simbolizado iconográficamente como un hombre pez, es frecuentemente identificado como tutor del mítico primer rey antediluviano de Eridu, Alulim. La palabra Abgallu, «sabio» (Ab = agua, Gal = grande, Lu = hombre, en sumerio) sobrevivió hasta tiempos nabateos, alrededor del siglo I, como apkallum, utilizada para describir un cierto tipo de sacerdote exorcista.

El poema sumerio Enûma Elish habla sobre el origen del cosmos en los siguientes términos:

Cuando en lo alto, el Cielo no había sido nombrado, y la Tierra, abajo, aún no tenía razón, el primigenio Absû (abismo), que los engendró y el Caos, Tiamat, la que les dio a luz a ambos, sus aguas se entremezclaron. Cuando los campos no habían sido creados, y los pantanos no eran posibles de vislumbrar. Cuando ninguno de los dioses había sido llamado a existir, al no poseer todavía nombre, los destinos aún no estaban escritos. En ese instante, fueron creados los dioses en el seno de los Cielos.

Ver publicación: La creación del Universo

En otro poema sumerio se relata poéticamente el ocaso de Eridu:

En Eridug, donde solía brillar la luz del día, el día se oscureció. Como si el sol se hubiera puesto detrás del horizonte, se convirtió en crepúsculo. Como si An hubiera maldecido la ciudad, él solo la destruyó. Como si Enlil lo hubiera desaprobado, Eridug, el santuario Abzu, se inclinó profundamente.

El término Eridu, Según Boulay en su libro «Serpientes y Dragones Voladores», fue el que probablemente dio nombre a nuestro planeta, considerando que el nombre «Tierra» es Erda en alemán antiguo; Erthe en inglés medio, Era en griego, Ereds en arameo, y Eretz en hebreo. Parece que todos los caminos filológicos conducen de regreso a la primera ciudad construida en este planeta por nuestros antepasados, Eridu.

Estratigrafía

En Eridu se han encontrado 19 niveles, trece de ellos atribuibles al período de El Obeid.

Los niveles más antiguos del período Ubaid (5400-4000 AEC) corresponden a una gran necrópolis con cerca de 1000 sepulturas así como los restos del templo dedicado a Enki (16 edificaciones sucesivas). En la etapa de Uruk (4000-3100 AEC) surgieron edificios públicos y defensas amuralladas.

Reconstrucción de las edificaciones sucesivas del templo de Enki en Eridu. Imagen

A finales de este período, se muestran signos de declive, como el deterioro del templo. La actividad económica quedó relegada y el montículo de la ciudad quedó dedicado casi en exclusiva al templo y a viviendas para los sacerdotes y sacerdotisas. Eridu fue quedando eclipsada por la vecina ciudad de Ur.​

Restos de pintura azul y esmaltes en las paredes de Eridu. Tina Hager/arabianEye/Getty Images. Imagen

Durante el período Dinástico Arcaico (3100-2350 AEC) se construyeron monumentales palacios reales. Ladrillos encontrados con inscripciones de gobernantes del 2100 AEC confirman la importancia religiosa de Eridu. A finales del III milenio AEC, durante el reinado de Amar-Sin, se construyó un gran zigurat, lo que demuestra que seguía siendo un importante centro religioso durante la III dinastía de Ur.​ Asimismo, el templo de Enki fue posteriormente reconstruido como zigurat por el rey Ur-Nammu hacia el siglo XXI AEC.

Durante el reinado de Hammurabi (1792-1750 AEC) el culto fue trasladado definitivamente a Ur. Mil años después, durante el reinado de Nabucodonosor II de Babilonia (605 AEC – 562 AEC) el templo fue parcialmente restaurado, luego de eso, fue finalmente abandonado.

Reconstrucción del posible aspecto de Eridu hacia 3200 AEC. Balage Balogh / Scala, Firenze. Imagen

El ocaso

Eridu fue levantada, abandonada y reconstruida alternadamente a lo largo de los años hasta que en torno al 600 AEC fue finalmente deshabitada. La causa más probable de su extinción es el uso excesivo de la tierra. El estudioso Lewis Mumford, que ha estudiado el fenómeno de la ciudad tanto en la antigüedad como actualmente, indica que una ciudad entra en declive cuando «ya no tiene una relación simbiótica con la tierra circundante». Sin duda este es el motivo por el que cayeron muchas, si no la mayoría de las grandes ciudades de Mesopotamia que no fueron destruidas por conquistas.

Como un centro religioso popular, Eridu sin duda atraía a mucha gente, como peregrinos y mercaderes, por no mencionar a los ciudadanos. Esto quiere decir que las exigencias sobre las regiones circundantes y sus recursos pudo haber sido bastante importante, y al final simplemente fue demasiado. Es posible, o incluso probable, que la ciudad se abandonara periódicamente para darle tiempo a la tierra a recuperarse. Sea cual fuere el motivo de su abandono final, hoy en día las ruinas de Eridu son en gran medida dunas de arena barridas por el viento. Queda muy poco que pueda recordar al visitante la poderosa ciudad fundada y amada por los dioses.

Eridu imaginada por la IA Photosonic

Fuentes

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